8 de marzo..."DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER"... Otro año más.
Sí, ha pasado un año desde la entrada que escribí... ¡el año pasado!
Poco tiempo para notar grandes cambios, la verdad. Pero alguno se ha producido y, por desgracia, algunos para peor. Hemos tenido datos recientes que indicaban que las mujeres siguen cobrando menos que los hombres en puestos y cargos idénticos... el mal crónico, cierto. Y ese techo de cristal que pocas consiguen batir y que impide a ciertas mujeres con capacidad demostrada ocupar cargos que tradicionalmente siempre han estado destinados a los hombres. Esa costumbre, fomentada por algunos elementos de nuestra sociedad, que supedita a las mujeres a la sombra masculina -como sucede con parte del elenco ministerial de nuestro gobierno-. Estas entre otras muchas desigualdades...
La crisis que sufrimos tampoco ayuda mucho, la verdad. Aquellos empresarios -como ente, no como sexo- , que no todos, o eso espero, trepas y rastreros buscarán todos los medios de explotar la necesidad de ciertas personas ante su imperiosa precariedad económica frente a su ansia de beneficio, ofrecen y ofrecerán contratos basura -amparados en la nueva reforma laboral- y las mujeres lo aceptarán porque de algo hay que vivir, por supuesto. Un: lo tomas o lo dejas... en el que los derechos pasan a un segundo término, tal y como está planteado. Eso seguirá existiendo hasta que alguien no lo cambie y el gobierno actual está ocupado en otros mimbres y no en estos. De hecho, los expertos aseguran que esta nueva reforma laboral ayuda más aún a que esa desigualdad que limita a las mujeres no desparezca. Y con pocas posibilidades de queja o reclamación.
Aún queda mucho, sí.
A nivel laboral la coyuntura actual no ayuda. Pero en nuestra sociedad la sensación que yo tengo es de que algo ha cambiado, que los hombres ya no nos ven como nos veían hace no tantos años, que cada día más asumen las labores del hogar como propias, que no consideran a las mujeres como seres delicados, débiles e inferiores... Que entienden el respeto como única forma de convivencia y la igualdad como el único rasero.
Porque en los países en desarrollo las mujeres siguen llevando las de perder; nacer mujer es casi una desgracia, un estigma, una lacra o un deshonor. Lapidaciones, ablaciones, asesinatos, violaciones, maltrato... son frecuentes cada día y, más aún, está visto como algo consentido/tolerado/fomentado/instigado por ciertos gobiernos y silenciado por la sociedad. El problema es cuando esas costumbres de otras culturas o países se importan a España con sus ciudadanos y pretenden aplicarlo en nuestra sociedad. En España, en Europa, casi todo eso es delito y no se puede consentir, esté amparado por la costumbre o por las creencias que sean. Aquí no se silencia, aquí se persigue, se denuncia y se juzga.
No olvidemos a estas mujeres. No.
No olvidemos a estas mujeres. No.
El apoyo de los hombres a esta campaña de igualdad entre sexos es fundamental. Y ese apoyo lo tenemos, sí, cada día más. Este apoyo a la igualdad de hombres y mujeres no es otra cosa que respeto. Respeto. Preciosa palabra.
¿Y qué opino del lenguaje sexista y de la intención de que deje de existir? Pues considero que lo peor no es si se dice una palabra acabada en «a» o en «o» o en ambas, sino lo que se dice, cómo se dice y la intención con que se dice. Es mejor cambiar las actitudes, fomentar la tolerancia y educar en igualdad... el resto vendrá después, de forma natural. Las palabras no hieren tanto como los actos y cambiar de golpe una forma de hablar es complicado; se conseguirá, quizá, con los años. Es mi opinión.
Queda tanto, tanto aún. Por eso no dejemos de trabajar, de esforzarnos... pero juntos, siempre juntos, sin extremismos, con diálogo, aprendiendo de todos los errores cometidos. Así será más fácil.
Y, por ahora, nada más.
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Besos miles
Besos miles, amiga