Memoria de mi enfermera XXXIX: «Desesperanza»
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Me llamo Pilar y vivo en un barrio periférico de una gran ciudad, un barrio de gente humilde y trabajadora. Trabajé toda mi vida para poder sacar adelante a mis hijos, proporcionarles una educación y una formación que les permitiera ganarse un sueldo digno y creo que lo conseguí; todos tienen sus propias familias y un hogar digno, profesiones que les gustan y a las que han dedicado muchos años de estudio, aunque los cuatro han perdido su trabajo y cobran subsidios de desempleo, que dentro de poco perderán. La crisis, me dicen... Lo sé, lo sé.
Vivo en un tercer piso sin ascensor y casi no puedo salir a la calle; no, sin ayuda. La artrosis que sufro -demonio cruel-, en las rodillas me impide caminar sola; tardo una eternidad en bajar las escaleras hasta la calle... y tardo el doble en subir.
Hasta hace poco tenía la ayuda de un servicio de asistencia a domicilio del ayuntamiento, pero hace cuatro meses me lo retiraron por falta de recursos económicos en el municipio. Venían un chico y una chica que me ayudaban con ciertas tareas de casa, me sacaban a pasear o me acompañaban al médico... pero eso se acabó. Ahora dependo de la ayuda de los vecinos o de los ratitos que mis hijos pueden dedicarme cuando no están buscando trabajo o realizando una jornada por horas, mal pagadas siempre.
Tengo una pensión de viudedad que no llega a 500 € mensuales y con ello debo vivir y pagar los gastos de la casa que, gracias al cielo, es ya mía y nadie me a puede arrebatar. Ahora me dicen que debo pagar los medicamentos y que quizá deba abonar una cuota por cada consulta al médico o el especialista. ¡Pero yo no tengo dinero para eso...!
Mi marido pagó siempre sus impuestos, siempre, de forma escrupulosa, mostrando una honradez que muchos tachaban de estúpida. «Si pagamos nuestros impuestos como es debido, siempre tendremos derechos y una buena sanidad asegurada», me decía, el pobre. Pero él se murió y sus impuestos -los de los dos, porque yo he trabajado toda mi vida muchísimo- no me cubren en mis necesidades. Dicen que no hay fondos, que no hay dinero para ciertos servicios, que debo pagar si quiero asistencia en domicilio o una sanidad pública decente, mínima...
Vivo sola, aislada, dependiendo de la buena voluntad de otros; encerrada en mi propia casa. Mis hijos insisten en llevarme a sus casas para que viva con ellos... un mes en cada una. Pero yo no puedo ser una carga más para ellos y quiero vivir en mi casa, con mis cosas y mis recuerdos.
Sé que soy una molestia para ellos. Se preocupan por mí y no tienen dinero para cuidar de sus propios hijos.
Soy una carga, sí.
Y una idea me ronda la cabeza desde hace días...
Vivo sola... y mi vida se acabó.
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Los brutales recortes sociales que se nos imponen, para muchos, sólo son cifras, euros... Pero detrás de cada recorte hay una persona que pierde un derecho, una persona a la que se le priva de una asistencia básica que le permitía llevar un día a día digno. Dependencia, Sanidad, Educación... Servicios básicos que son derechos básicos de las personas. Cuando nuestros políticos hinchan venas en su cuello para vendernos la necesidad de hacer pagar la asistencia sanitaria, pagar recetas, retirar asistencia domiciliaria o prestaciones en dependencia, pagar ambulancias para poder asistir a tratamientos imprescindibles como hemodiálisis o quimio-radioterapia, por poner algunos ejemplos; cuando nos imponen, en definitiva, esos recortes que ellos muestran como imprescindibles, están llevando a muchas personas a la desesperanza...
Quizá a los políticos les importe un poco -creo que a muchos políticos no les importa nada, la verdad-, pero a las personas de a pie, a los ciudadanos que pagan puntualmente sus impuestos y cumplen con sus obligaciones sociales, a los profesionales de la salud nos importa mucho. Muchísimo.
Los recortes sociales, los recortes en DEPENDENCIA y SANIDAD, en EDUCACIÓN, son recortes que producen mucho mal y dejan a miles de personas en el más absoluto abandono.
Hoy mi entrada es reivindicativa... porque somos seres BIO-PSICO-SOCIALES, y lo que afecta a una esfera de nosotros, lo que enferma a una de ellas, termina enfermando a las demás. Y últimamente nuestros gobernantes están ahogando socialmente a muchas personas sin medios económicos y enfermando sus cuerpos y sus mentes.
Y, por ahora, nada más.
Comentarios
Saludos
Enhorabuena. Hacía tiempo que un "post" no me ponía los vellos de punta.
Me váis a permitir que os conteste a todos en un sólo post:
Creoq eu verdad que vivimos tiempos en los que a los políticos-gobernantes les importa un pimiento los ciudadanos, sufran o no. Sólo atienden a intereses partidistas, económicos y políticos... y los ciudadanos de a pie, esos que trabajan, que luchan, que SÍ pagan sus impuestos... nosotros, son/somos ignorados de forma abusiva. Y esto debería ser delito.
A mí me embarga la impotencia.
Pero sé que a mucha gente le arrebata la desesperación, tan honda y tan potente que ha lelvado a algunos a quitarse la vida.
Y los políticos siguen ignrando esto... y les sigue dando igual.
No hablo de «político» de un sólo bando... hablo del ente político, que abarca a TODAS IDEOLOGÍAS Y COLORES.
Espero y deseo que lleguen tiempos mejores. Mientras tanto seamos solidarios y ayudemos a los que están pero que nosotros.
Muchas gracias, amig@s... y Besos miles
Otra indignada más.
Felicidades por tu blog.
Demasiadas personas lo están pasando fatal. Lo injusto radica en que no es por mala gestión NUESTRA, sino que es resultada de la mala gestión de los GOBERNANTES y los BANCOS... Ellos han despilfarrado, has gestionado mal, algunos se han enriquecido con dinero público... y nadie va a pagar sus responsabilidades.
Un abrazo y muchas gracias.