El etiquetado en los alimentos
En todos los
artículos que he ido compartiendo en esta web he destacado la importancia de
que los enfermos con IRC sepan elegir los alimentos que van a consumir. Los
alimentos frescos no suelen suponer mayor complejidad salvo la que hace
relación a conocer su composición en mayor o medida de nutrientes —como
proteínas— o minerales, como sodio, potasio o fósforo. El problema aparece
cuando el alimento en cuestión viene procesado o envasado de alguna manera con
ingredientes variados que nos complican el conocer a simple vista su composición.
Tal como se dejó patente en el artículo anterior, «El fósforo… escondido en ciertos alimentos»
encontramos alimentos procesados con una serie de sustancias añadidas de las
que demasiadas veces desconocemos su composición real y cómo nos puede afectar
en el control de nuestra ingesta en minerales.
Veamos entonces,
cómo son las etiquetas de los alimentos, qué deben explicarnos y cómo podemos
interpretarlas. Presentan información que podemos considerar obligatoria, es
decir, aquellos datos que todas las etiquetas deben recoger en el envasado por
ley; e información no obligatoria, que es la que se recomienda incluir pero no
es obligatoria por ley el que venga reflejada en la etiqueta. Es obvio el
afirmar que esta información es útil para todos los consumidores en general,
pero adquiere una importancia muy destacada en el enfermo con IRC-ERC y sus
cuidadores a la hora de elegir y preparar sus alimentos.
Por lo tanto las
etiquetas nos dan la información al detalle de lo que contienen un alimento
envasado; con respecto a la información
obligatoria de la composición de un alimento en una etiqueta, podemos clasificarla
en dos grupos, que podemos ver en la imagen que incluyo abajo; estos grupos son:
ingredientes e información nutricional.
Veamos en cada uno de ellos cómo se estructura esta información
(Se ha consultado la
página de AECOSAN: «El etiquetado cuenta mucho» http://eletiquetadocuentamucho.aecosan.msssi.gob.es/nutricional.html):
imagen perteneciente a «ElPaís»Las nuevas etiquetas en alimentación
Ø Ingredientes.
En el apartado de ingredientes, como es fácil suponer, se incluirán todos los
ingredientes que se han añadido al producto para su elaboración final, ordenados
en un listado de mayor a menor, es decir, se pondrá primero el que en más
cantidad está presente en el producto y a partir de ahí el resto en orden
decreciente; toda sustancia o ingrediente que sea un alérgeno, susceptible de producir alergias a personas sensibles,
irán destacados, generalmente en negrita (leche, productos con gluten, pescados-mariscos,
frutos secos…).
Todos estos ingredientes deben venir
expresados en la cantidad neta utilizados o en el porcentaje que ese
ingrediente supone en el total del producto. En nuestra imagen vemos, en la
parte de la izquierda, que la etiqueta recoge los ingredientes utilizados en la
elaboración de este producto envasado.
En este apartado
prestemos especial atención a los ingredientes cuyo nombre es esquemático y va
precedido por una E y un número (pueden ser ricos en fósforo);
los que indiquen aceites vegetales sin
especificar o que llevan un nombre
como palmitato, palmítico o Elaeis
guineensis (pueden y suelen ser grasas saturadas); conceptos como dextrosa o glucosa, productos como la miel, el agave, la melaza, el jugo de
caña evaporado y la malta (suelen esconder una composición en azúcares)
Ø Información nutricional
El otro gran
apartado de información obligatoria, de gran importancia en el etiquetado, es
la que hace referencia a los nutrientes que vamos a encontrar en cada producto.
Esta información siempre tiene que venir
expresada por peso o por volumen, dependiendo de si el alimento es sólido o
su presentación es en forma de líquido; y siempre se expresará esa información
en un peso estándar de 100 mg o 100 ml
y en el peso habitual de una ración;
es más, siempre se debe indicar cuanto peso o volumen de ese alimento es su valor
en ración: leche 200 ml, cereales: 30 g; galletas: 2-3 unidades… Muchos alimentos
no permiten esta anotación porque no tienen raciones estándar.
¿Para qué se hace esto? El dar un peso
estándar a todos los alimentos envasados tiene como finalidad el poder
comprobar cuáles son sus estándares de composición y poder comparar la
composición nutricional de diferentes productos del mismo tipo de alimento. Un ejemplo:
La OMS recomienda que consumamos alimentos cuya composición en azúcares
no sea superior al 10% del producto; lo
ideal es que no sea superior a un 5% del total del mismo. Cuando miremos
las etiquetas de información nutricional de dos frascos de tomate frito, por
ejemplo, como vienen expresados en g de azúcar por cada 100 g de producto,
podremos elegir el que mejor se ajuste a esa recomendación, es decir, el que contenga
una cantidad de azúcares igual o inferior a 5 g por cada 100 g de alimento… o
sea, el 5%
La información
obligatoria que debe recoger el apartado de información nutricional, de la etiqueta,
aparte de lo anterior, es (recordemos que siempre será por cada 100 g, por cada
100 ml y por ración, si la tuviera, expresada siempre en su valor en peso,
volumen o unidad):
®
Valor
energético expresado en kilojulios —kJ— y kilocalorías —kcal—.
® Cantidades de grasas, grasas saturadas,
hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal. Es
importante destacar que se obliga a indicar cantidad de sal y no de sodio,
porque ese valor es más real y el de sodio podía desvincular la idea de que el sodio forma parte de la sal. Recordemos que la OMS recomienda
que al día no se supere los 5 g de sal (que se corresponde con 2 g de sodio al
día) en las personas sanas. En los enfermos con IRC-ERC estas restricciones son
mayores aún. Por lo tanto este dato es de vital importancia para poder
seleccionar los alimentos que vamos a consumir.
®
También puede completarse con la indicación de
la cantidad de una o varias de las siguientes sustancias: grasas monoinsaturadas, grasas poliinsaturadas, polialcoholes, almidón,
fibra alimentaria, vitaminas y minerales (presentes en cantidades
significativas).
®
Cuando se facilite la información sobre vitaminas y minerales, se expresarán además como porcentaje de las ingestas de
referencia de la tabla por 100 g o 100 ml. Se suele tomar como referencia una
dieta de unas 2.000 kcal/día. Por lo tanto, el porcentaje de cada nutriente nos
dirá lo que supone en % esa ingesta de vitaminas o minerales en el total de esa
dieta tipo o estándar de 2.000 kcal/día.
®
No existe obligación hoy día en el etiquetado a
mostrar la cantidad de minerales importantes en cierta enfermedades crónicas
como las renales, como es el fósforo (P);
ello dificulta a los enfermos y sus cuidadores el poder elegir los
alimentos más acordes a sus necesidades nutricionales. Ya comentamos en
artículos previos que esto se soluciona evitando el consumo de alimentos
envasados y procesados, con una composición desconocida en minerales, sobre
todo fósforo y potasio, y eligiendo siempre
alimentos frescos, sin añadidos y ni conservantes.
Otra información que debe recoger el etiquetado de los alimentos:
ü
Denominación:
qué incluye el envase, expresado de forma clara y reconocible. Es el nombre del
producto.
ü
Cantidad
neta: una vez retirados líquidos o añadidos qué cantidad real de producto
vamos a encontrar; se expresa en litros, mililitros, centilitros, kilogramos o
gramos, según sea el producto.
ü
Fecha de
duración, caducidad o consumo preferente
ü
Conservación
y utilización. Modo de empleo: si se consume en crudo o cocinado, calentado
y modo de llevarlo a cabo, si debe tener refrigeración, si permite microondas o
no, tiempo de cocción-remojado…
ü
Nombre de
la empresa y dirección
ü
País de
origen o lugar de procedencia: Obligatorio en algunas circunstancias. Por
otro lado, en las carnes envasadas de algunas especies (ovino, porcino, caprino
y aves de corral) es obligatorio facilitar información sobre el país de origen
o el lugar de procedencia.
ü
Cantidad
de alcohol que contiene, cuando sea el caso.
De forma
resumida, y espero que suficientemente clara, esta es la información que deben
recoger las etiquetas de los alimentos envasados. Es importante que los
enfermos con IRC-ERC conozcan los datos que se recogen en las etiquetas porque
ello les permitirá elegir de la mejor forma posible los alimentos que van a
utilizar para elaborar sus comidas de forma segura y adecuada a sus necesidades
particulares.
He de hacer hincapié en varias cuestiones:
1.
El
etiquetado de muchos de los envases se presenta en una letra minúscula que
dificulta su lectura de forma rápida y cómoda. Muchas personas, incluso
ayudadas de gafas, no son capaces de leer las etiquetas. Esto debería ser
sancionado por las administraciones. Ante un tamaño de letra minúsculo e
ilegible es lógico que se deseche ese producto y se busque otro más accesible a
la información que contiene.
2.
En el
etiquetado a veces se utilizan términos y nomenclaturas que resultan
sospechosamente ininteligibles ¿de forma intencionada…? Esto permite a los
fabricantes cumplir con la ley que les obliga a incluir todos los ingredientes
de un producto envasado pero dificulta que el consumidor no preparado determine
que ciertos ingredientes no son los más adecuados en el marco de una dieta
saludable o en el marco de una dieta dirigida al cuidado de un proceso patológico
concreto, como es el caso de las ERC.
3.
Dada las actuales prevalencia e incidencia de
las ERC (y las que se prevé en un futuro), considero que estaría muy bien que las administraciones obliguen a que se conozca
la composición exacta en minerales como el fósforo, asociado a excipientes,
conservantes… (consultar el artículo publicado en SEDEN: «El fósforo…escondido en ciertos alimentos»), vitales en el marco de una alimentación
segura en este grupo de personas.
4.
Animo a los enfermos con ERC a que eviten el
consumo de alimentos procesados/envasados dada la poca claridad en el
etiquetado con respecto a los nutrientes que tanto les afecta para conseguir
una dieta saludable, variada y segura.
Para saber más:
AECOSAN, La Agencia
Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición. http://eletiquetadocuentamucho.aecosan.msssi.gob.es/index.html
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