Reflexiones: «Hacer daño»


En nuestra labor cotidiana llevamos a cabo decenas de tareas y de técnicas que, irremediablemente ocasionan molestias o dolor a los pacientes. Es una realidad que está asumida por ambas partes: usuarios y profesionales. O mejor aún, así debería ser.
Por ello quiero analizar este aspecto desde ambos puntos de vista.
Allá voy.

1. Como Profesional:
No se nos debería olvidar nunca que trabajamos con personas. Que nuestras acciones sobre sus anatomías son molestas a menudo, dolorosas en muchas ocasiones, difíciles de soportar con frecuencia... No supone esto que seamos sensibleros o demasiado blandos en nuestro devenir cotidiano. Significa esto que no deberíamos lanzarnos jamás sobre «piel ajena» sin informar antes de lo que vamos a hacer, en qué consiste nuestra tarea y qué molestias reales o potenciales pueden reportar. Demasiadas veces aparecemos ante nuestros pacientes como seres fríos ante el dolor o las molestias de los pacientes, incapaces de entender su padecer, preocupados sólo por coger esa vía, poner esa sonda o tomar esa muestra. Cuando en la mayoría de las ocasiones no es así. Aunque, por desgracia, sí hay algunos colegas que tienen esa actitud.
Todo se resume a aprender y practicar todo aquello que no conocemos bien; proporcionar a nuestros pacientes información, empatía y cuidado.

2. Como Paciente, que he sido y que pronto seré, tengo miedo del dolor, del padecer que me pueden reportar ciertas técnicas sobre mi cuerpo, del sufrimiento que debo soportar. Eso sí, entiendo que algunas molestias son inevitables... Para poner una anestesia local o epidural hay que pinchar. En estos casos, para dejar de tener dolor, algo debe dolerme. Debo colaborar en la medida de lo posible y ayudar a los profesionales a que realicen su labor con la mejor disposición por mi parte, evitando manifestaciones innecesarias que dificulten o compliquen su tarea.

Mi reflexión es la siguiente: las técnicas más cruentas que los profesionales de la salud llevamos a cabo a diario en nuestro trabajo deberíamos hacerlas siempre como si estuviéramos actuando sobre nuestro propio cuerpo: hacerlo tal y como nos gustaría que nos lo hicieran a nosotros. No olvidar jamás que, muchas veces, en el desarrollo de nuestras tareas hacemos daño y que si se hacen de forma descuidada ese daño se multiplica. No menospreciar jamás el dolor o el miedo de nuestros pacientes y nunca mentirles... eso tan común de «...es sólo un pinchacito» o «...¡eso no es ná!» y explicar con detalle en qué consiste la técnica, qué pueden sentir y cómo esperamos que nos ayuden, solicitando en todo momento su colaboración. También creo que un profesional debe pedir ayuda cuando crea que algo no lo puede terminar -porque falla- o se le resiste... nunca es bueno obcecarse en conseguir terminar algo, cuando ése no es tu día; y no se es peor profesional por reconocer que ese día, por lo que sea, no puedes.

Por parte del paciente ante ciertas técnicas molestas/dolorosas es necesario que se ajusten a las indicaciones de los profesionales que les atienden, que pregunten lo que no entiendan y que no se queden con ninguna duda antes de empezar. Si uno, como paciente, es consciente de que puede ayudar o de lo que puede esperar en el transcurso de una técnica, la realidad siempre es menos cruda -para las técnicas más molestas o dolorosas-. A menudo los pacientes tienen una idea preconcebida de la técnica en cuestión y cuando el profesional termina suspiran aliviados «... ¡Ya está! Qué rápido...» Otras veces eso no es posible y la técnica es tan horrorosamente molesta y dolorosa como nos lo habíamos imaginado. De eso, por suerte o por desgracia, nadie tiene la culpa.

Hoy día vivimos en una sociedad en la que el dolor o el sufrimiento tendemos a evitarlo hasta hacerlo desaparecer y eso es lo que se espera que hagamos en nuestras técnicas y tareas. Pero por desgracia eso no siempre es posible. No me pueden pedir jamás que cuando saque sangre a un paciente o le coja una vía no le haga ningún daño. Sí se me puede pedir que lo haga lo mejor posible... y muchas veces los pacientes piden/exigen sin dar su colaboración a cambio. El esfuerzo debe ser conjunto, proceder de ambos lados.

Veo a compañeros que se obcecan en coger vías, en tomar muestras cuando ese no es su día. Escucho a pacientes criticar injustificadamente a los profesionales que les han ocasionado mucho dolor en una técnica de por sí dolorosa. Creo que por ambas partes debemos aportar algo, que todos debemos hacer algo para que las técnicas salgan siempre de la mejor forma posible y sin más molestias de las imprescindibles.

Y, por ahora, nada más.

Comentarios

Serena van der Woodsen ha dicho que…
Es cierto que muchas veces vamos "a saco" y además quién no ha utilizado las frases que has comentado: "sólo es un pinchacito" etc. Pero ¿qué contestar cuando te dicen "no me hagas daño" ante una "simple" analítica?
Es triste que por la "falta de tiempo" o por la rutina, (porque no quiero decir por falta de humanidad), no se expliquen las cosas, no se avise, incluso para hacer un cambio postural... que les movemos como croquetas a veces...
Son cosas que debemos recordar para no caer en el error. Ante cualquier técnica siempre hay que informar al paciente.
Javier Valls Borja ha dicho que…
Qué decir, querida Lola, si no has dejado un resquicio por donde poder urgar: has tratado el tema exhaustivamente y con el sentido común que te caracteriza, y dejas traslucir la persona de verdad que eres, sabiendo ponerte siempre en el lugar del otro.

...yo pago mis impuestos,
y tu me cuidas como nadie lo haría,
yo pago mis impuestos,
y tú lo sabes sin ti me aburriría,
tú eres mi enfermera de noche...

La mode... uf, qué tiempos...

Beso.
La profecía del silencio ha dicho que…
Para mí lo peor son los reconocimientos innecesarios.
Este verano, mi hijo se ompió un dedo estando en un pueblo pequeño, el médico atiende de 13h. a 14h. nos vemos obligados a desplazarnos a otro pueblo para que lo vean en urgencias (esto ya fue una odisea pero os la ahorro)
Tras la dolorosa e inevitable exploración le hacen radiografía, se ve con claridad la fractura y nos mandan al hospital de otro pueblo para que lo trate el traumatólogo, pues bien, allí, en vez de ir directos al traumatólogo pasamos por otros tres sitios con tres rellenos de formularios y dos esploraciones antes de la verdadera y definitiva del especialista que por fin le pone una férula. ¿Es que no ven la radiografía? No hace falta emitir diagnóstico, eso ya lo traigo hecho, por favor pásenme directamente al traumatólogo y no torturen al paciente.
Perdón Lola por la extensión y por la indignación que no a todos los profesionales corresponde.
Y gracias a la profesional del primer pueblecito, ella no tiene culpa de su absurdo horario y denro de sus posibilidades nos atendió de forma amable y eficaz.
No cogé ventaja, ¡miarma! ha dicho que…
Lo peor es el trato Lola, como ya he comentado en otras ocasiones.
A mi me molesta la actitud prepotente de muchos sanitarios, la cara de asco con la que te miran y el ppedestal de muchos médicos.
En urgencias del Macarena, adonde llegué con un cólico nefrítico, una señorita despues de pincharme en ambos brazos y en ambas manos, no menos de quince veces, se me encaró diciendo: oiga, yo me estoy poniendo muy nerviosa. Sin una disculpa, sin un comentario sin nada y eso que yo no me había quejado de nada ni por nada.
En vuestro colectivo, sería estupendo que los estudiantes de último curso girasen visita de incoógnito a las consultas acompañando a enfermos y vivieran la realidad desde el punto de vista del paciente.
Un beso
Lola Montalvo ha dicho que…
SERENA: Yo también pienso que todo esto se debe a falta de tiempo y no creo que sea falta de humanidad. La prisa nos lleva a olvidar cosas que para muchos son importantes: informar o dar una explicación somera de lo que vamos a hacer. Creo que es algo que siempre debemos hacer. Gracias por tu aporte, ese punto de vista que tan bien viene a temas como éste. Besos miles
Lola Montalvo ha dicho que…
JAVIER: muchas gracias por tus generosas palabrs. Besos miles y... sí, que tiempos.
Lola Montalvo ha dicho que…
PROFECÍA: por supuesto no todos los profesionales son malos...o mediocres. Siempre digo que predomina lo bueno y lo excelente, pero son más llamativos los otros. Cierto que, a veces, se marea la perdiz, por razones varias y eso siempre ocasiona problemas a los pacientes, problemas, incomodidad y a veces, secuelas. Besos miles y muchas gracias por leer y darme tu opinión.
Lola Montalvo ha dicho que…
MIARMA: Siempre me ha chcocado que algunos enfermeros le echen la culpa al paciente por tener venas difíciles o escondidas. Cada uno es como es y ante la fáciles, bien, pero ante las difíciles el esfuerzo debe ser nuestro. Además, jamás deben dar más de tres pinchazos por intento a no ser que estés solo o tus compañeros estén igual de ocupados que tú. No debemos olvidar como profesionales que tras cada brazo hay un paciente. No digo más, que tienes razón... y lo siento.
Besos miles
tomae ha dicho que…
...Mi gran pavor siempre han sido las inyecciones (allá atrás) ya de pequeño las sufrí como la mayoría de los niños. Dicho esto, cuando toca toca... Entonces si toca pincharme, voy a ella, y le cuento la historia de cuando "era pequeñito y me pinchaban en el culito"... Lo hago por dos motivos

1. Sugestionarme, relajarme, y dejarme llevar.
2. Esperar que ella vea el niño que llevo dentro, y lo haga con suavidad.

Desde luego Lola da gusto ver profesionales que se toman su trabajo como lo haces tú!!! Besos!!!


"...Paciente que pronto serás?"...Estás bien? Cuídate! BSS!!
Diana Bañuelos ha dicho que…
Hola Lola, yo he sido enfermera y he sido paciente, y a veces cuando pensamos que cosas tan triviales como una sonrisa, un comentario sobre como lucíamos ayer, el mencionar adecuadamente el nombre del paciente, entre otros detalles hacen de la hospitalizacion un infierno o una experiencia llevadera.
Escribi sobre mi experiencia en mi blog hace un tiempo, te dejo el link, espero tuvisita
http://somosenfermeria.blogspot.com/2011/07/cuando-una-enfermera-se-convierte-en.html
Lola Montalvo ha dicho que…
TOMAE: cuando era pequeña me pusieron millones de inyecciones porque estaba malita y iba sola... ¡con 6 y 7 años! Mi madre no entendía cómo me hice enfermra después de la cantidad de veces que me hicieron escabechinas en el culete y en los brazos para sacarme sangre... Ahora os juro que pincho, sea lo que sea, como me gustaría que me lo hicieran a mi.
Sí me tienen que operar de un problema en los pies, una cosa banal pero que me trae por la calle de la amargura...
Besos miles, majo.
Lola Montalvo ha dicho que…
BEA: cierto, uno de los fallos de ciertos profesionales es la rutina y el terminar viendo como "pacientes" lo que en realidad son personas... De ahí, todo lo demás se entiende sólo.
Sí, me tienen que operar de un problemilla en los pies, uno en cada pie y dos intervenciones. Y tengo miedo.
Besos miles, Bea y muchas gracias.
Lola Montalvo ha dicho que…
DIANA: cuando hago algo potencialmente doloroso a mis pacientes les explico siempre qué pueden esperar de la cuestión y cuanto de doloroso puede ser... seguidamente me lanzo a conversar con ellos sobre lo que sea, sobre lo que me inspire el momento. Muchos no se dan cuenta ni de lo que he hecho y sonríen cuando termino. Me va bien y me siento muy contenta con los resultados... :D
Tienes toda la razón, compañera.
Y te leo.
Besos miles y muchas gracias.
Serena van der Woodsen ha dicho que…
Ay!! perdona que lo diga, Lola, pero qué bien que sean los pies lo que te operan!! jeje aún así, que te pongan bien de analgesia, que los pies duelen mucho, al menos en trauma! relax, que todo programado y controlado. Muak!
Lola Montalvo ha dicho que…
SERENA: gracias, sé en qué sentido lo dices! Lo de la analgesia...¡¡¡¡lo ruego!!!! Besos miles y gracias de nuevo, corazón.
Aniña (@vampyevil) ha dicho que…
Mágnifica reflexión.
un beso
Lola Montalvo ha dicho que…
ANIÑA: muchas gracias. Un fuerte abrazo

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