Reflexiones: sin vocación ¿o no?
«Llego en cinco minutos. Auxi está con unos diez alumnos en un aula pequeña y sin ventanas. Debe estar muy cerca de los lavaderos porque llega un intenso olor a jabón y a lejía, flotando en el ambiente una humedad incómoda. Están todos sentados formando un círculo con las sillas, incluida ella. No parece una clase magistral, sino más bien una sesión distendida con sus alumnos de enfermería. Auxi, que está de frente a la puerta, me ve llegar. Me hace un gesto invitándome a sentarme. Localizo una silla vacía en un rincón.
-Chicos, os presento a Marian –diez cabezas se giran hacia mí. Veinte ojos me escrutan con desgana-. Trabajamos juntas en la planta trece, en el servicio de Medicina Interna. Si no os molesta se unirá a nosotros.
Un murmullo de indiferencia recorre la sala. Tomo la silla y me coloco tras una alumna pelirroja, procurando permanecer en todo momento en un segundo plano. No pensaba que Auxi me iba a hacer entrar en su clase. Creía que ya iba a terminar.
-Como os decía, no debéis olvidar que sois alumnos de tercero. Debéis intentar aprovechar al máximo las prácticas porque en unas pocas semanas estaréis desarrollando vuestra labor en un servicio de hospital o en un centro de atención primaria. Una vez que os diploméis tendréis que valeros por vosotros mismos. A veces podréis consultar con otros compañeros más veteranos, pero otras no.
Paseo la mirada por los rostros de los futuros enfermeros. No puedo evitar una sonrisa de desencanto. A todos y cada unos de ellos les importa un pimiento lo que Auxi les está contando. Deben de tener mucha confianza en su capacidad profesional porque, salvo la pelirroja que tengo delante, el resto está en la inopia. Supongo que mi compañera es consciente de ello y quizá no le da demasiada importancia en este momento. Pero la verdad es que presentan un conjunto bastante triste. Posiblemente se trata sólo de estos alumnos y puede que el resto de la promoción tenga algo más de sangre en las venas.
Asombrada compruebo que una de las chicas tiene puestos unos auriculares cuyos cables oscuros se pierden entre su cabello y el uniforme. Indiscutiblemente está escuchando música de un reproductor digital de esos tan pequeñitos que hay ahora; mi suposición se ve confirmada al observar cómo lleva el ritmo con uno de sus huesudos pies.
Ajena a todo, Auxi sigue con su arenga en pro de la labor enfermera.
-Creo… No: estoy completamente segura de que varios de vosotros os habéis equivocado al elegir la carrera. No sé qué expectativas movían vuestros impulsos, pero esto no es lo vuestro.
Silencio.
Ni un solo gesto por parte de los jóvenes me permite saber si les ha molestado tal afirmación. La escena es algo absurda, surrealista. Ellos gravitan en un universo que no es el nuestro.
-Los enfermeros y enfermeras de la vida real no son como los de vuestras series de televisión preferidas. No son mini-médicos, ni supermodelos, ni están esperando a que sucedan cosas fantásticas, ni se van a forrar con los sueldos miserables que reciben. Los verdaderos profesionales trabajan día a día, se dejan la piel y la mente en su labor, no esperan constantemente un reconocimiento, que por desgracia casi nunca reciben, ni un protagonismo que no tienen –Auxi suspira exasperada-. Chicos es triste que os lo tenga que decir a las puertas de la finalización de vuestras carreras.
Reacción cero.
Auxi podría muy bien estar hablando en una lengua asiática. El efecto sería el mismo.
Comentarios
Muchos, muchísimos besos.
Un beso.
Lamentable lo que relatas.
Saludos
SERENA: Te he enviado un mail indicándote cómo puedes reclamar a Bubok. El libro que compres debe estar en perfectas condiciones, tal y como está mi portada, que me costó lo mío. Besos y muchas gracias.
MIARMA: sí que se ve cierto desencanto en la juventud. Quizá no se fomenta suficientemente el espíritu de esfuerzo por conseguir las cosas. Y esta profesión requiere un esfuerzo constante. He de decir, que muchas escuelas/facultades tampoco cuidan excesivamente el nivel de sus docentes y son ellos, en determinadas ocasiones, los que no saben estimular en los alumnos la ilusión. Pero no todo es tan negro...
Predomina lo bueno, siempre predomina lo bueno.
Muchas gracias, Rafael. Un abrazo.
Un beso
... para mí es desolador, aunque siempre hay escepciones que te hacen saltar y estar al tanto de esa persona, de ayudarle en su nuevo quehaces, y deseo que los cambios a los que se enfrenta la enfermería haga que las nuevas generaciones sepan ascender en visión, motivación, y sentido común.
Quizá he sido un poco pesimista... pero esa es mi visión aquí.
Un abrazo Lola.
Besos miles, Ana y como siempre, gracias por leer y opinar.
Y por ultimo decir, que opino que la carrera de enfermeria es totalmente vocacional, al que no le guste cuidar a las personas que se dedique a otra cosa, porque esta carrera es dura pero es preciosa para la gente que realmente nos gusta. Un saludo.
Este relato muestra una realidad y no es absoluto una exageración. Comprendo que no es tu caso; eso es más que evidente. Todo lo que plasmas en tu comentario es verdad también, es decir, en los hospitales y centros de salud los enfermeros/as muchas veces ven al alumno como un estorbo o como un esclavo que les va a librar de las tareas monótonas y tediosas, a parte de que muchos de ellos no tienen el bagage teórico necesario para solventar las dudas que les plantean constantemente los alumnos.
Todo eso es cierto y es penoso. Pero no deberían pagarles por tener alumnos para que lo hagan mejor: es una de las funciones del profesional de enfermería, ya sabes: función asistencial, DOCENTE e investigadora.
Pero insisto, aunque tú no tengas constancia de ello, lo que cuento en el texto ES FRECUENTE Y MÁS HABITUAL DE LO QUE TÚ CREES. He tenido alumnos muchos años, he sido docente algunos otros y lo que cuento no es exagerado. Es real. Además también he sido alumna, como bien indicas, y no se me ha olvidado. Y recuerdo a compañeros que consideraban la carrera de enfermería como un sucedáneo de la de medicina o un buen lugar donde pasar el tiempo. He trabajado con muchos compañeros a los que la profesión les traía sin cuidado, la formación contínua les parecían meras palabras polisílabas y el paciente un ente molesto y/o quejica.
Sé lo que digo y además, sólo tienes que leer los mensajes que han aportado los compañeros de la profesión que han comentado esta entrada.
Me alegro que no sea tu caso, que tengas vocación y que además esa vocación sea a prueba de bombas dado lo que veo que sufres en tus prácticas... algo que es tan cotidiano como el comer y beber, y que debes sufrir porque el sistema es así y no hay remedio.
Me alegro que tú no seas como los alumnos que muestro en mi historia. Siempre digo, si me has leído lo sabrás, que predomina los buenos profesionales y alumnos sobre los malos, pero que a los malos se les ve y se les oye más.
No te debes sentir, por tanto, aludida con este relato. No hablaba de alumnos como tú, los alumnos que sí merecen la pena.
Espero haber acabado con tu recelo con respecto a este relato «real». Espero también que acabes tu carrera con éxito y que encuentres trabajo pronto. Te lo deseo de corazón. Y espero que vuelvas a este blog y vuelvas a dejar tus impresiones en los temas que trate. Es interesante ver otros puntos de vista.
Un abrazo.