De cómo una enfermera decide escribir una novela
Desde que tengo recuerdo de mi vida, he leído libros. Desde siempre. Creo que es uno de los quehaceres del ser humano que más prodigiosos se pueden considerar. Te permite escaparte del tiempo presente y, de la mano de una narración creada para este fin, encontrarte mirando por la ventana de tu imaginación y ver tiempos distintos, lugares increíbles, conocer personajes fantásticos
Leer es, sin ninguna duda para mí, una de las aficiones más fabulosas que uno puede emprender en su vida.
Disfrutar con la lectura impulsa de alguna forma quizá la necesidad de ser narrador y no sólo lector. Ponerse a uno mismo la dura prueba de ser capaz de sugerir en las imaginaciones de los demás las mismas fantásticas situaciones que uno mismo ha vivido al disfrutar de un buen libro. Es un gran reto.
A eso me lancé cuando, tras ganar varios modestos certámenes de relatos cortos, me creí capaz de afrontar algo tan titánico y tan fascinante como una novela. Pero, ¿sobre qué escribir? No tuve ninguna duda al elegir el tema.
Soy enfermera desde hace veinte años. ¿No lo he comentado al principio? No, creo que no he hecho ninguna referencia a mi ocupación profesional. Así que, harta de ver series de televisión sobre la temática de los hospitales y la práctica médica que tan atrayente parece ser para la mayoría de las personas, me lancé como una loba a rebatir la falsa visión que de mis colegas se tiene en el mundo... bueno, de forma mas modesta, en nuestro país. ¡Basta ya de enfermeras de amplio escote, casquivanas o ignorantes, depredadoras sexuales de médicos incautos, sargentonas de bigote espeso! ¡Basta de ideas preconcebidas, tan falsas y tan peyorativas, que sólo consiguen alejar a la opinión de la gente de la verdad última que representamos los que desarrollamos esta importante labor!
Me lancé así a la aventura de intentar contar un historia que fuera entretenida, que mostrara la realidad de una profesión fantástica y absorbente, pero ingrata y opresiva casi siempre, con un trasfondo de realidad y fidelidad a lo cotidiano de nuestra labor, que me llevó cuatro años y medio.
Y lo acabé.
Y no me lo publicó nadie. Aún hoy nadie me ha querido publicar... con este nadie me refiero a las editoriales, por supuesto. Por la pena enorme y real de no ser hija de Carmina... o de no haber sido la amante de nadie con el fantástico nombre de Anita, por no ser una escritora famosa o consagrada... mi obra no tiene interés.
Pero yo me lancé, modestamente por supuesto, y lo autopubliqué en Bubok. es. Fantástico lugar, no lo duden. Tener en las manos mi libro ya en papel fue una de las experiencias más increíbles de mi vida, después de parir a mis dos hijos.
Llevo vendidos unas decenas... unos ochenta ejemplares y está en el catálogo de tres bibliotecas de acceso al público. He recibido algunas reseñas bastante loables en varias revistas especializadas de Enfermería y he recibido muchos comentarios de colegas, conocidos y desconocidos, de gente profana en la materia, todos los cuales me hacen entender que mi idea de escribir esta novela no fue una locura. Mereció la pena.
Ahí tenéis la novela. Si alguien la quiere adquirir sólo tiene que pinchar en la imagen de la portada que les llevará a la página de Bubok. Por cierto: la enfermera de la portada soy yo hace veinte años... sonreía ilusionada.
DE VENTA EN: (precios en formato digital muy asequibles; precio en papel, el que marca el portal +gastos de envío)
DE VENTA EN: (precios en formato digital muy asequibles; precio en papel, el que marca el portal +gastos de envío)
Y por ahora nada más.
(Editado el 26 septiembre de 2012)
(Editado el 26 septiembre de 2012)
Comentarios
Saludo, amigo.
Saludos.
Espero que sigamos encontrándonos por aquí.
Un saludo, Julia
También soy enfermera... y me gustaría saber que aún sonríes como en la portada del libro.
Y también me gusta escribir.
Saludos.
Sí, Ana, sigo sonriendo como en la foto, pero ya no con inocencia, por desgracia. Ahora sé muchas cosas que no sabía, soy más vieja, más curtida, estoy más dolida de esta profesión que tanto quiero y tanto necesito; tanto respeto y tanto defiendo...
Sí, sigo sonriendo.
Un abrazo y hasta pronto.